viernes, julio 01, 2016

La ignorancia es peligrosa

por Ada Inés Lerner, Luciano Doti & Rolando José Di Lorenzo

Julia se desnudó delante de los dos aliens escondidos en el placar que espiaban sus movimientos. Entró a ducharse y Kiev aprovechó la puerta abierta para ir detrás de ella, por curiosidad. Luego, ya relajada de la trajina diaria, la mujer se recostó. Rem quedó escondido. Kiev y Rem eran machos y conocían la sexualidad humana pero no la violencia de algunas féminas. Julia, adormecida y con placer, dejó hacer a Kiev... para después cercenarle la cabeza, como lo hubiera hecho una mantis religiosa.
Rem se asustó mucho con ese acto, por lo que se le acercó a Julia lentamente, con las manos a la vista, y mediante señas le hizo saber que se haría cargo del cuerpo y que no quería problemas. Julia observó mientras el alien se comía a su compinche. Rem estaba temeroso, nunca hubiera imaginado una actitud así de una terrícola. Cuando terminó con el último pedacito de su congénere, se incorporó y vio con terror que ella estaba nuevamente en la cama, esperándolo. Rem realizó vigorosamente el acto que la fémina humana esperaba, tanto que a Julia se le fue el adormecimiento y su placer fue doble. 
Pero llegado el momento en que Rem debería haber perdido la cabeza, Julia optó por no hacerlo. Decidió conservar a ese alien para disfrutarlo otras veces más. Lo que ella ignoraba era que al comer Rem el cuerpo de Kiev, adquirió las energías de este duplicando las suyas. Fue eso y no otra cosa, en definitiva, lo que la indujo a conservarlo.

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